lunes, 31 de enero de 2011

LAS DANAIDES

Dánao y su hermano Egipto son descendientes de Io, amante de Zeus. Debió huir debido a la persecución a la que Hera la castigó. Finalmente encontró su refugio en tierras egipcias. Egipto tenía 50 hijos y Dánao 50 hijas, Las Danaides. Dánao huye con sus hijas a Argos y se pone bajo la protección del rey Pelasgo. Para librarse de la persecución de los 50 hijos de Egipto, Dánao consiente el matrimonio entre sus 50 hijas y los 50 hijos de Egipto, pero el día de la boda, da a cada una de sus hijas un puñal para matar a sus esposos. Todas lo hacen menos Hipermestra, que perdona la vida a su marido Linceo.
Según algunos autores las otras Danaides quedan solteras, y según otros son otorgadas a los vencedores de los concursos atléticos. También se dice que Linceo las mata para vengar la muerte de sus hermanos.
Las Danaides fueron castigadas tras su muerte al castigo eterno de echar agua en vasos sin fondo porque no habían querido resignarse a un matrimonio con los hijos de Egipto.

domingo, 23 de enero de 2011

ORFEO Y EURIDICE

Orfeo era hijo de Calíope y de Apolo. Poseía el don de la música y de la poesía. Se convirtió en el músico más extraordinario de todos los mortales. Se enamoró de Eurídice, pero una serpiente venenosa mordió a Eurídice. Orfeo, desesperado, trató inútilmente de ayudarla, pero el veneno se había esparcido por todo se cuerpo y al poco tiempo murió en sus brazos.
Orfeo no pudo recuperarse de su profunda pena y toda la naturaleza lo acompañó en su dolor.
Orfeo decidió bajar al Averno decidido a recuperar a su amada.
Acompañado por el barquero Caronte, atravesó la oscura Laguna Estigia, e iluminándose con una antorcha se hundió en las oscuras profundidades de la morado de los muertos.
 Lo acompañaron los macabros sonidos de los fantasmas errantes, pero él estaba decidido a encontrar a su amada.
Encontró los rostros de Las Furias, y el Cancerbero, que custodiaba el palacio de Plutón y Proserpina, los señores de los muertos que se encontraban sentados en sus tronos.
Se postró a sus pies y tomando una lira comenzó a cantar una canción sobre su perdida amada.
Todos los presentes lloraron y los reyes se apiadaron de él. Eurídice fue llamada para que se presentara en el salón del trono y al encontrarse ambos amantes se abrazaron.
Plutón autorizó a Eurídice a regresar al mundo de los vivos pero con una condición, que Orfeo no mirase hacia atrás.
Orfeo, acompañado del barquero regresó por el mismo camino que lo había conducido hasta el Averno.
Mientras atravesaban el rio Estigio, Orfeo pudo ver una fuente de luz que anunciaba la salida.
Una vez afuera, Orfeo no pudo evitar darse vuelta para comprobar si detrás de él venía Eurídice, sin recordar la condición impuesta que era que ambos tenían que estar afuera para pode mirarse.
Ni bien sus ojos se posaron en Eurídice, esta le dijo adiós y desapareció para siempre.
Orfeo quiso seguirla pero le impidieron el paso y el barquero se negó a acompañarlo.
Desalentado, subió hasta lo alto de la colina y allí comenzó a llorar desconsoladamente.
Su lamento se fue convirtiendo en una triste melodía que atrajo a  los animales.
Se cuenta que, a raíz de la perdida de su esposa, no quiso saber más de mujeres y decidió hacer de los hombres su elección. Esto no gustó demasiado a las Ménades, que se abalanzaron sobre Orfeo y lo despedazaron entre todas, dejando intactas su cabeza y su lira, que cayeron a rio Hebro.

 

domingo, 16 de enero de 2011

EL REINO DEL HADES

Para los griegos, los infiernos eran el lugar donde residían todos los muertos. No todos iban al mismo sitio: los condenados iban al Infierno, mientras que las almas nobles y generosas disfrutaban de los placeres de los Campos Elíseos.
En este reino se encontraba también el Tártaro, lugar donde habían sido encerrados los Ciclopes y los Titanes.
Sobre este reino de sombras gobernaba Hades, hermano de Zeus. Hades era un dios oscuro y poco sociable.
Para llegar hasta los infiernos era necesario atravesar un brazo de la laguna Estigia que cuando los muertos llegaban a allí, eran recogidos por un barquero, Caronte, que les cruzaba hasta la otra orilla cobrándoles una moneda de oro.
Después de cruzar el rio, aparecía la puerta del Hades. Se trataba de un portón custodiado por el Can Cerbero.
Una vez dentro, el recién llegado era juzgado por un tribunal y se le condenaba a vagar en las tinieblas o disfrutaba de una eterna primavera en los Campos Elíseos. Cerca del Tártaro solían vagar las Furias, encargadas de hacer cumplir los castigos de los condenados.
También se hallaban aquí las Parcas, que se encargaban de manejar los hilos del destino de los hombres, cortándolos cuando llegaba su hora. 
Toteninsel

EL JUICIO DE PARIS

Cuando se organizaba la boda del rey Peleo y de Tetis, una nereida, la última persona a quien los olímpicos deseaban ver allí era Eris. Cuando se enteró de que no la iban a invitar, urdió un plan que causaría un gran trastorno en la fiesta.
Cuando la boda estuvo bastante avanzada arrojó una manzana de oro con las palabas “para la más bella”. En una boda entre mortales se habría supuesto que se refería a la novia. Sin embargo, Hera, Atenea y Afrodita saltaron para coger el regalo y ninguna deseaba abandonar. Tras muchas discusiones, se dirigieron a Zeus para que resolviera el asunto. Decidió que lo mejor era permanecer como observador, puesto que si elegía a una de ellas como la más bella, las demás se vengarían mas tarde de él.
Zeus encargó a Mercurio que guiase a las diosas ante Paris para que este fallara en el pleito. Paris era un joven príncipe de Troya que de niño había sido expuesto a la muerte a causa de una profecía que aseguraba que el siguiente niño de sangre real que naciera sería el origen de la caída de Troya. Pero Paris no había muerto, había sido criado por un pastor como si fuera su hijo.
Cada una de las diosas ofreció a Paris un soborno a cambio de que la escogiera a ella como la más bella. Hera le había ofrecido el gobierno de toda Asia; Atenea la prudencia y la victoria y Afrodita le ofreció el amor de la mujer más hermosa de todo el mundo: Helena, la esposa de Menelao, rey de Esparta.
En aquel momento Paris tenía relación con una ninfa, Enone, pero había oído hablar de la hermosura de Helena y se sintió invadido por la idea de poseerla. Le entregó la manzana de oro a Afrodita, quien a partir de entonces podría considerarse la más bella del Olimpo.
Después del juicio, Paris regresó a Trota para competir en los juegos anuales que se celebraban en honor del hijo “muerto” de Príamo (que era Paris). Durante los juegos, se reveló la verdadera identidad del joven a su padre y a sus hermanos. Poco después Paris fue a Esparta, donde se le pagó su soborno: Helena, que se enamoró de él y volvieron juntos a Troya.
La relación entre parís y  helena dio lugar a la guerra de Troya.