domingo, 23 de enero de 2011

ORFEO Y EURIDICE

Orfeo era hijo de Calíope y de Apolo. Poseía el don de la música y de la poesía. Se convirtió en el músico más extraordinario de todos los mortales. Se enamoró de Eurídice, pero una serpiente venenosa mordió a Eurídice. Orfeo, desesperado, trató inútilmente de ayudarla, pero el veneno se había esparcido por todo se cuerpo y al poco tiempo murió en sus brazos.
Orfeo no pudo recuperarse de su profunda pena y toda la naturaleza lo acompañó en su dolor.
Orfeo decidió bajar al Averno decidido a recuperar a su amada.
Acompañado por el barquero Caronte, atravesó la oscura Laguna Estigia, e iluminándose con una antorcha se hundió en las oscuras profundidades de la morado de los muertos.
 Lo acompañaron los macabros sonidos de los fantasmas errantes, pero él estaba decidido a encontrar a su amada.
Encontró los rostros de Las Furias, y el Cancerbero, que custodiaba el palacio de Plutón y Proserpina, los señores de los muertos que se encontraban sentados en sus tronos.
Se postró a sus pies y tomando una lira comenzó a cantar una canción sobre su perdida amada.
Todos los presentes lloraron y los reyes se apiadaron de él. Eurídice fue llamada para que se presentara en el salón del trono y al encontrarse ambos amantes se abrazaron.
Plutón autorizó a Eurídice a regresar al mundo de los vivos pero con una condición, que Orfeo no mirase hacia atrás.
Orfeo, acompañado del barquero regresó por el mismo camino que lo había conducido hasta el Averno.
Mientras atravesaban el rio Estigio, Orfeo pudo ver una fuente de luz que anunciaba la salida.
Una vez afuera, Orfeo no pudo evitar darse vuelta para comprobar si detrás de él venía Eurídice, sin recordar la condición impuesta que era que ambos tenían que estar afuera para pode mirarse.
Ni bien sus ojos se posaron en Eurídice, esta le dijo adiós y desapareció para siempre.
Orfeo quiso seguirla pero le impidieron el paso y el barquero se negó a acompañarlo.
Desalentado, subió hasta lo alto de la colina y allí comenzó a llorar desconsoladamente.
Su lamento se fue convirtiendo en una triste melodía que atrajo a  los animales.
Se cuenta que, a raíz de la perdida de su esposa, no quiso saber más de mujeres y decidió hacer de los hombres su elección. Esto no gustó demasiado a las Ménades, que se abalanzaron sobre Orfeo y lo despedazaron entre todas, dejando intactas su cabeza y su lira, que cayeron a rio Hebro.

 

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